"Que no quiero que te vayas", me decía. Y me suplicaba una y otra vez que llenara el hueco vacío de aquel colchón, o de aquel corazón. Y que le dara las buenas noches con delicadeza, prometiéndome que me iba a dejar dormir.
"¿Qué me haces?", me preguntaba. Como si fuera culpa mía, ser humana y saber hacerse valorar. Como si yo fuera la culpable de que nos chocáramos aquel día. Como si yo hubiera creado toda esa puñetera complicidad que teníamos.
Y qué culpa tenía yo, de ser adicción para alguien insensible. Qué culpa tenía yo, de despertarle y que conmigo solo viera luz.
Saludos!Demasiadas veces no somos culpables,pero pienso que muchas veces la culpa nos la provocan nuestros actos,aquellos que si son nuestros.
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