El fuego lo había consumido todo. La vida que aguardaba en el interior de aquel bosque se había perdido. El olor a naturaleza había desparecido. Una gama de colores fríos y muertos se extendía por el área. Las cenizas se removían por el viento, como intentando huir. El fuego había dejado un horrible rastro. Una terrible sucesión de árboles caídos y quemados. Los recuerdos de cada soñador que había pasado por allí, habían muerto. La vida del bosque estaba carbonizada, despedazada. El olor a humo cubría el aire en forma de columnas. Las llamas ya habían hecho suficiente, ahora ya cesaban. Todas las carreras, las fotos, los días, la lluvia, los saltos, los paseos, las eternidades, las miradas, los pezados, todo permanecería en el recuerdo. Un lugar menos en el que respirar aire de verdad.
miércoles, abril 30, 2014
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