Esbozó una sonrisa y siguió caminando, ajena a todo lo demás. Ajenas a todas esas locas que creen que si lo disimulan bien nadie se da cuenta. Ella era de las cuerdas, sí, de las que atan. Y quizás a primeras parecía de las malas, aunque en realidad a veces lo era. Podía ser quien quisiera y meterse en la piel de quien se le antojara. La viva representación de que la inocencia es un mito. La creían fácil y desgarradora, de las que se emocionan por cualquier cosa. Pobres ingenuos. Esbozó una sonrisa y siguió caminando, ajena a todo lo demás, ajena del "iros a la mierda" que les había dedicado una vez más a todos los presentes.
miércoles, enero 27, 2016
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