viernes, diciembre 04, 2015

Solo ocurre, ese día, que tiramos la toalla. Al suelo, con fuerza y para no recogerla. Cuando nos descubrimos pensando en todo lo que ocurrió. Que ya se nos ha caído el mundo muchas veces y al final solo era falsa alarma. Que todo ha seguido en su sitio. Al final, admitidlo, todo se reduce a un par de lágrimas y a decir que estas mal cuando te preguntan. Ponerle malas caras a mil metros de distancia y huir instintivamente si ves que se acerca. Y luego vienen los "es que todo me pasa a mí", "ya me podía tocar alguien bueno", "es que ahora me veo solo". Todo consiste en centrarnos en lo perdido y no en el porqué. Hasta que ese día, que nos volvemos a encontrar frenados, sin rumbo fijo ni apenas ganas de acelerar. Que ya te has sentado ahí, que ya has llorado ahí y que también ahí has decidido qué hacer. Sonríes, te levantas y te apremias. Que mira oye, no siempre sale bien y al final siempre nos ha salido.

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