"He caído en un bucle", se repetía una y otra vez. "Me he encerrado en círculos con ella", se recordaba cada vez que la veía. Hasta los ojos le dolían cuando se pintaba los labios y salía. "¿Saldrá para verme?", se preguntaba. Él sabía que no. Que el tiempo había barrido cenizas, trozos y todo lo que quedaba. Temblaba, cada vez que se ponía unos pantalones negros y salía a bailar. Pudiendo haber temblado al oírla hablar a escasos centímetros, tenía que terminar así. De lejos todo se ve más grande pero se ve peor. De cerca era precioso, preciosa mejor. De cerca era las mejores vistas de la ciudad. Pero él se mudó. Él cansado de esa gran cristalera, se mudó a otra ciudad. Por querer cambiar, se perdió la mejor panorámica que jamás había podido tener, ella.