jueves, febrero 05, 2015

Querido quien seas, como seas, y me leas por lo que quieras. Lector, vas a pensar que soy una floja y una exagerada pero bueno. Necesito hablar. 
Me lo recuerdo siempre. La simple tontería de una traición, pequeña y breve, pero que aquí me tiene. Podría tenerle. Podría tener el cielo. Y no solo a él, si no a varios con los que la he cagado. ¿Pero él? Él se gana el premio por valer oro. Por estar borracho y aún así asentir y distraerme. Y soy joven, y estúpida, y lo que coño sea. Pero creo que me he perdido demasiado por hacer el tonto. Y podría tenerlo, o por lo menos haberlo tenido. Podría haber tenido una de esas cosas que cuando miras atrás sonríes, una y mil veces. Que miras atrás y te aplaudes, por haberte liado con ese tío de diez, y por haberte dejado la sonrisa en él. Y así siempre. Y hay días que me levanto y no pienso en nada, más que en eso, en lo que me arrepiento de todo. Dicen, que mejor arrepentirse de haberlo hecho que de no haberlo hecho, y una mierda. Como duele, como duele haber cometido el error más grande, delante de todo el mundo. Lector, soy estúpida. Lector, si te lo contara él, no le daría tanta importancia. Lector, él no se acuerda de mí. Pero yo sí, cada día me pregunto que podía haber pasado. Como de grande me hubiera hecho. Pero el miedo, pero los nervios, pero la inseguridad, pero todo. Todo me deja indefensa y me paraliza. Lector, gracias, que me estaba ahogando. No le quiero, ni mierdas de esas, pero sigue ahí. Escondido y aferrado a mi mente, y creo que es el único. Qué rabia joder. Qué rabia hacer las cosas mal, aunque todo se trate de el. 
Lector, se agacha y me pone el brazo por encima. Lector, tengo esa foto de fondo de pantalla, y en mi cuarto. Lector, dile que para mí es oro. 

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