Para mi pequeña hormiga:

Hola pequeña. Que no te extrañe que consiga hacerte llorar o reír, es mi vida. Al principio pensaba darte las gracias, pero luego me he dado cuenta de que te debo más que eso. Te debo media vida, por hablar cuando hacía falta y por no hacerlo cuando no. Por saber elegir cada momento. Por esperar a que te diera la señal de salida. Gracias Marina, gracias. Es cierto que casi eres una hermana para mí, pero a veces pienso que se trata de mucho más. Me has apoyado en situaciones impensables. Y lo que es peor, has tomado nota de cada una de mis teorías y razones que te he dado. Me has dejado aprender de ti, aunque no te des cuenta. Te debo miles de luces que te guíen cuando el camino se te haga realmente oscuro. Pido que te valores a ti misma. Que seas la misma de siempre, aún cuando no puedas. Que sigas dejando que la música te una a mi de muchas maneras, aunque no solo nos una eso. Que sientas y que vivas todo como solo tú sabes hacer. Te pido incluso que llores cuando lo necesites, porque no escupirlo no te hace ningún bien. Nos hemos visto crecer la una a la otra. Hemos sido almas gemelas. Gracias por estar ahí. No te lo digo como a cualquiera, te lo digo como solamente podría decírtelo a ti. Nunca te he escrito porque no me ha parecido necesario. Siempre he pensado que con una mirada podía decirte lo que en realidad te estoy comentando ahora. Espero poder hacerte reír muchos y más largos días. Ver contigo pasar el tiempo, y que nunca desaparezcamos. Y ya, sé que al leer todo esto, te parecerá demasiado, pero tú sabes que soy así. Y aunque me gustara exagerarte, solo digo verdad al decir que lo eres todo. Que aunque a veces parezca que mi gran afición es discutir contigo, ten en cuenta que siempre sacamos algo bueno de las malas caras.
Y que es curioso, porque a pesar de todo lo que llevamos juntas, nunca dejas de sorprenderme. Y yo creo hermana, que eso es lo mejor de todo. Que aunque te tengo muy vista, sabes cómo ser algo nuevo para mí. Te quiero.