Tumbados los dos en la cama. En una cama desecha de tanto revolcarnos, una cama de amor y tristeza. En una habitación oscura como el fondo de nuestras sonrisas, como el miedo al que no queríamos adentrarnos. Y cigarrillos y tazas de café por todos lados. Nubes de humo condensadas, que querían escapar, pero nosotros se lo impediamos. Compartiamos cigarrillos por las mañanas y las tardes. Había miles de libros apilados por toda la habitación, tristes y solos en algunos rincones. Pero los mejores al lado de nuestra cama. Cada noche nos leíamos varias páginas de un libro, el uno al otro. Carcajadas y amor condensados en el aire junto con aquel humo. Tazas de café en una mesilla de noche, apiladas. Olor a azúcar y café recién hecho por las mañanas. Yo tan adicta a las camisas grandes, y tu tan adicto a todo. Nos pasábamos horas en esa habitación. Me encantaba. Aprendí a respirar humo sin ahogarme, a entender palabras y frases dadas la vuelta y aprendí a jugar a ser amor. Pero sobre todo, aprendía, cuando recién despierto me repetías la misma frase todas las mañanas: "Te quiero como para hacerte café por las mañanas, leerte por las tardes y consumirte por las noches."
viernes, septiembre 20, 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
Siril Blog Template. Con la tecnología de Blogger.
Opt-in Form (Do Not Edit Here)
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España.
La última frase es asdjkl ^^ Me encanta cómo describes todas esas situaciones que a todos nos gustaría vivir:)
ResponderEliminarUn beso