viernes, noviembre 30, 2012


Ahí estaba él. Tranquilo, como siempre. Con las manos en los bolsillos y con una sonrisa. Un hola preparado en la punta de la lengua deseando salir. Unas zapatillas, unos vaqueros y una camiseta roja, aunque me daba igual lo que llevara. Era increíble de todas formas. Pero dí los pasos suficientes para quedar por delante de él. Y no sé cual de los dos es la persona increíble. Pero hoy no esta aquí, ni estará, pero en realidad nunca estuvo, y yo esperaba girarme en la cama y verle. Una situación complicada para un amor tan fácil…
Hice caso a eso de “De tiempo al tiempo” que me decía mi amiga de ojos bonitos. Y mira, me levantó cada día pensando que por algo me enamoró. He dicho muchas veces que es un gilipollas, y lo he dicho con razones suficientes. Pero como el tiempo pone a cada puta en su esquina y a cada payaso en un circo, me ha tocado a mi la esquina y a él el circo. Yo no soy la puta, ni él el payaso. Ocupamos el lugar que debemos ocupar. 
No diré que no le quería de verdad. Porque sí lo hacía, mucho más de lo que él creía. Y digo que es agua pasada, pero aún sonrío al verle, ¿sabes?

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