sábado, agosto 01, 2020

Últimamente me reconcome mucho el hecho de sentir que no puedo encajar con nadie. Algo que mires por donde mires te dirán el mismo cuento chino de que tiene que ver con la edad y aún pretenderán dejarte más tranquila. No sé. A veces parece estúpido que alguien con veinticinco mil amigos y ocho generaciones familiares se sienta solo, ¿no? Pues yo lo comprendo. Y no te sabría decir por qué, por qué esa sensación agobiante de que en cualquier momento va a llegar alguien más preparado a quitarte el puesto. A punto de entrar en una empresa, a punto de ganar algo, de perderlo, justo en la línea de la meta, con el premio en la mano. A veces, quizás, solo un puntito de estabilidad, un “va a ir todo bien”, un “a mí me interesas tú”. Pero cuando nunca escuchas lo que quieres oír cada vez eso te pesa más. Poquito a poquito, esa intensidad con la que crees que no vas a ser suficiente para nadie es inmensa. Nadie lo dice, no lo dices tú, no te lo contará tu mejor amiga aunque lo piense. No sé. Que digo últimamente como quien dice ahora mismo, ahora mismo esa sensación de mierda. 

lunes, enero 13, 2020

Año nuevo. Lo de vida nueva no me atrevo ni a decirlo. Sentada en la cama de una casa que ni siquiera es la mía. Sola. Han sido unas semanas de mierda en las que no he podido ni compadecerme de mí misma. Me veo tan vacía... Si se lo dijera a mi madre se reiría. A veces me da miedo que nadie pueda mirarme con tan buenos ojos con los que me ve ella. Ni siquiera nadie sabe que escribo. A veces me intento mirar desde fuera y me da miedo no verme, pasar de largo, ser alguien a quién no pueden querer. Y claro que me queda mucha vida por delante, si me lees no te preocupes que lo arreglaré. Pero son tan pocas subidas y tantas bajadas. Se me rompe la casa en las manos, me lleno de desilusión y ni siquiera puedo tambalearme porque no estoy segura de si caeré en algunos brazos. En fin, lo de siempre, que necesitaba llorar y a veces parece que me enseñaron a teclear antes que hablar. Me pido perdón a mi misma porque entraré aquí dentro de tres meses y diré: "en qué coño estaba pensando...".

lunes, abril 29, 2019

Nos miramos todos cada domingo con ganas de que alguno se quebrante para poder empezar a llorar nosotros también. Y mira que no sumamos pocos, familia grande, corazones que llenan. Creo que nos respetamos todos por los más pequeños y nos escudamos en que todavía no ha pasado nada y que debemos aguantar. La verdad es que pecamos todos de quejicas y puedo decir firmemente que viene ya en la sangre. El orden de la vida no hace que esta deje de seguir injusta, aunque repito (y repetimos todos), no ha pasado nada. Pero, ¿ver a quien nos une cableado mientras un domingo más intentamos que se despierte sin éxito? Que queréis que os diga, es lo que quiebra. Pero también un domingo más no llora ninguno porque cada día son más buenas las noticias. Y también, de nuevo, que queréis que os diga, si alguno son malas, les intentamos dar la vuelta para que se vean mejor.

A destiempo. Así definiría yo el comportamiento actual. A destiempo las ganas, el empeño, las relaciones, el amor, los divorcios. A destiempo porque a veces unos sí, y cuando ellos asienten, los contrarios niegan. A destiempo es que cada vez nos contestemos más tarde, y cada vez nos hagamos más daño con ello. Ya nadie sabe lo que quiere. Desde que nos dijeron que "las cuerdas atan", ya todo es fluir, y por consiguiente, destrozar. Ya sé que es lo típico pero es que es curioso. Curioso porque cuando lo veis en otros os parece una gran putada. El siguiente mes, la excusa la estáis utilizando vosotros. La misma, reciclada, reusada, malgastada, en definitiva, que ya no se la cree nadie. A destiempo es el miedo que nos tenemos los unos a los otros pensando que nos vamos a enganchar. Y al final, lo que realmente hacemos a destiempo, es desengancharnos. No porque el otro no nos quiera. Es a destiempo, porque al final los que no queremos, somos nosotros.
Siril Blog Template. Con la tecnología de Blogger.

Opt-in Form (Do Not Edit Here)